Situado en el Limonar, una de las zonas residenciales más exclusivas y panorámicas de Málaga, el Castillo de Santa Catalina es la última incorporación del grupo Soho Boutique Hotels.
Un hotel boutique, singular y con mucho encanto, que se estrenó en julio tras haber aplazado casi un año su apertura debido a la pandemia. Este precioso complejo, pasó en manos a la cadena Soho en 2019, que empezó una minuciosa obra de reforma, que lo modernizó respetando las líneas esenciales y características de su época.
El castillo se construyó en 1624, por orden del rey Felipe IV, para defender la ciudad de Málaga de los ataques enemigos. A comienzos del siglo XX este lugar hacía siglos que había dejado de prestar su función de torre vigía.
Fue entonces cuando Manuel Loring, Conde de Mieres, decidió construir su residencia junto al fortín, un palacio de estilo neo-árabe proyectado por los arquitectos franceses Levard y Lahalle, que domina la Bahía de Málaga.
Con los años, denominado como Castillo de Santa Catalina Málaga, se ha reconvertido en un Hotel Monumento declarado Bien de Interés Cultural que mantiene el lujo y la categoría de palacio señorial.
Ubicado en altura, su posición privilegiada con vistas al mar, permite dominar la ciudad de Málaga desde el este y rodeado de arboles seculares, ofrece a los invitados un ambiente idílico único, relajante y romántico. Un viaje al pasado con todos los conforts del presente.
La directora, Cary Rodriguez, nos espera en la puerta. El hotel tiene 24 habitaciones y para Cary es como si fuera su casa, o mejor dicho “su castillo”.
Aunque la categoría de 5 estrellas se perciba en cada esquina, cada una de las 24 habitaciones es diferente, no solo por decoración o estilo, sino también por tamaño, forma, altura, orientación, luminosidad y, por supuesto, nivel de exclusividad.
La suite ubicada en la torre más arriba, domina el castillo y la bahía. Goza de una terraza espectacular, una zona living acogedora y una sala de baño principesca.
Las formas de las habitaciones reflejan las distintas áreas del castillo, algunas redondas, otras más cuadradas, pero en cada una se integran perfectamente los elementos decorativos de la época que han sido reinterpretados tanto en matices, como en colores.
Los suelos originales se han mantenido intactos, salvo en algunas partes donde simplemente se han sustituido con materiales nobles muy parecidos. Así como las puertas y ventanas de madera, que permiten filtrar la luz de forma auténtica. Mientras los ventanales de cristal pintado confieren un toque casi místico al lugar, dejando pasar rayos multicolores y acentuando su estilo señorial.
La luz y la naturaleza son los elementos que más juego dan a la decoración del hotel, realizada por la interiorista Adriana López Barajas.
Las tonalidades de verde, crudo, ladrillo, marrón y pasteles cálidos reinan soberanas en el castillo, tanto en la tapicería, como en alfombras. Las paredes alternan dibujos floreales a motivos geométricos minimalistas, confiriendo una atmosfera de armonía y paz.
Las camas van vestidas de algodones puros de alta calidad, así como la ropa de baño y las amenities curadas en detalle, llevan el sello de Bulgari.
En las zonas comunes se respira un aire de otra época, silencio y aromas afrutados, que junto a jardines, fuentes y arcos de piedra hace que los guests vivan una experiencia única en la provincia de Málaga.
El hotel cuenta también con su propia cocina, tanto para los desayunos que se suelen servir en la terraza soleada frente al mar, como para almuerzo y cenas. De hecho, la sala de restaurante está abierta también para clientes extra hoteleros.
Entre los servicios ofrecidos a los clientes, un transfer gratuito a la playa y al centro histórico, aunque andando sea un paseo muy agradable, sobre todo fuera de temporada.
El conjunto resulta un ambiente ideal no solo para el descanso vacacional, sino para albergar eventos especiales, con carácter y personalidad propia, como catas de vino, bodas intimas, cenas de grupos, incentivos, cursos en petit comité, etc.
Con respecto al impacto económico, para el grupo Soho la reforma integral ha requerido una importante inversión llevada al cabo durante 11 meses, aunque todavía no esté completamente terminada, ya que falta realizar 2 piscinas exteriores.
Diferente respecto a los demás hoteles urbanos de la cadena, el Castillo de Santa Catalina cuenta, a dos meses de su apertura, con una clientela prevalentemente europea, de edad entre 30 y 50 años y con una estancia media de unas 3 noches.
Tiene en plantilla 30 empleados fijos, ya que está abierto todo el año y se plantea ser una referencia de alto nivel para eventos y encuentros exclusivos de toda la región.