¿Cuántos años le gustaría vivir? ¿Cómo cree que será su salud en sus últimos años de vida? La respuesta a ambas preguntas tiene que ver con distintas variables: la genética que hemos heredado de nuestros familiares, el consumo de sustancias (drogas, tabaco y alcohol) y/o la exposición a tóxicos y, claro, cómo no, con nuestro estilo de vida.
Se sabe que el deporte y la nutrición tienen una de las llaves de la salud. De lo que no se tienen tantos datos y no se ofrece tanta información es de la relación entre obesidad y longevidad. La ciencia, sin embargo, va estrechando cada vez más el cerco a los efectos del exceso de kilos y en los últimos cinco años se vienen publicando estudios con resultados prometedores. El más reciente, aparecido este mes de febrero en la revista Nature Aging, procede la Universidad de Columbia, y concluye, grosso modo, que la reducción del consumo calórico en un 25% puede ralentizar el envejecimiento y fomentar la longevidad.
Pero, cuidado, no se trata de autoimponerse una restricción extrema de alimentos para llegar a los 100 años, ni de ensayar esta u otra dieta para adelgazar. Esa pérdida de peso, explica desde Neolife el experto en antienvejecimiento el Dr César Montiel, tiene que ver con asegurar los nutrientes esenciales, de un lado, y del otro, eliminar los alimentos que descompensan nuestro sistema orgánico, haciendo trabajar en exceso a las células. O, dicho de otra manera, que hacen duplicar sus esfuerzos a los telómeros, que vienen a ser como un escudo defensivo de nuestro cuerpo.
Para César Montiel la obesidad es una enfermedad que se manifiesta en múltiples alteraciones, como desórdenes metabólicos, resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2, dislipidemia, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, desórdenes gastrointestinales y alteraciones musculoesqueléticas, entre otros. Este desequilibrio energético característico de la obesidad, explica, conlleva a la expansión del tejido adiposo, que provoca anomalías en la función de los adipocitos, como el estrés oxidativo (con la generación de especies reactivas de oxígeno), que es una de las principales causas del aceleramiento del envejecimiento.
Así pues, luchar contra el sobrepeso y la obesidad no es (o no es sólo) una cuestión de estética y autoestima, sino de vivir más y mejor, y como explica Montiel a sus pacientes en Neolife,: de estar sanos, óptimos y eficientes, que es uno de los pocos deseos que comparten las personas de todo el mundo. Comer menos, asegurando en la dieta los nutrientes necesarios y tachando todo aquello que influya negativamente en el metabolismo de las grasas y los lípidos, reduce el riesgo de síndrome metabólico, que no es otra cosa que la posibilidad de sufrir infartos, ictus, diabetes y otras enfermedades.
Claro está que esa reducción calórica debe estar personalizada, aclaran desde Neolife, desde donde se parte de una historia clínica detallada, en la que se identifican los factores de riesgo y los disparadores que motiven ese desequilibrio, y que por tanto lleven al paciente a la obesidad. Depende de cada paciente, explica el doctor Montiel: de su actividad física, de su composición corporal, del sexo, pero también de la composición de los alimentos; por ejemplo, si una persona sigue una dieta de 1.000 calorías, pero está compuesta de comida rápida, sería una dieta inflamatoria en toda su extensión.
Cuanto antes se adelgace, además, mejor, porque la obesidad y el sobrepeso del pasado condicionan la salud futura y las huellas permanecen en varios niveles: estético, metabólico y cardiovascular.
Si con todo lo expuesto, aún no se está convencido piense en sus hijos, en la genética que pueden heredar, si aún no han nacido, y, finalmente, en los comportamientos poco saludables que pueden imitar.