La Corrida Goyesca de Ronda es la cita más especial de la temporada. También la más internacional, pues su leyenda ha traspasado las fronteras y Ronda se ha convertido, a primeros de septiembre, en lugar de peregrinación de aficionados y curiosos de todo el mundo, que llegan con la intención de dar un salto atrás en el tiempo y sumergirse en la estética del toreo del siglo XVIII, el que reflejó la paleta de Francisco de Goya y Lucientes, de quien toma nombre este acontecimiento taurino único en el mundo.
La Goyesca es una creación de los Ordóñez, cronológicamente la segunda saga de grandes toreros que dio la ciudad del Tajo. Cayetano Ordóñez Araújo, hijo del mítico Niño de la Palma, fue el impulsor de la primera edición de esta corrida. La conmemoración del segundo centenario del nacimiento de Pedro Romero sirvió para poner en marcha un festejo que recordara, por la indumentaria de los diestros, la época del “creador del toreo a pie”, tal y como rezaba en el encabezamiento del aquel primer cartel de 1954. Esa Goyesca inaugural la torearon Antonio Bienvenida, César Girón y Cayetano Ordóñez, que había tomado la alternativa en 1948 y se anunciaba como Niño de la Palma hijo, y se planteó como una corrida de ganaderías.
En 1955 y 1956 no hubo Goyesca, festejo que retomaría el hilo en 1957, ya con Antonio Ordóñez en el cartel, el torero que con su carisma mantendría encendida la llama de esta corrida rondeña hasta más allá de su existencia. El Maestro fue el alma de la Goyesca. La toreó en 17 ocasiones y la organizó hasta el mismo año de su fallecimiento. Fue Antonio Ordóñez Araujo quien atrajo a legiones de aficionados de todos los puntos de la amplia geografía del toro, quien, con la profundidad de su toreo y su aura de dios de la Fiesta, levantó y alimentó la tarde mágica de Ronda. Por él se convirtió en un lujo para los toreros de antes y de ahora hacer el paseíllo en el bicentenario caso de piedra de esta hermosa localidad malagueña.
En 1973 la goyesca une dos apellidos grandes en el toreo: Ordóñez y Rivera.
Paquirri, que había tomado la alternativa en 1966, vestía por primera vez el traje goyesco y se medía con el mismísimo Maestro de Ronda y El Niño de la Capea. Siete años más tarde, Antonio y Paco compartirían mano a mano de los ruedos, seguía toreando por placer en la plaza de la tierra que le vio nacer, en su corrida soñada. Dos generaciones toreras a las que ya unían lazos familiares.
Desde su última Goyesca en activo de 1980, Ordóñez se centró en su tarea de empresario y se preocupó de mantener siempre muy alta el listón de la cita serrana. Carteles muy rematados para un día de lujo, ésa fue su filosofía y así procedió hasta 1998, cuando ya gravemente enfermo, volvió a presenciar y dirigir desde el callejón su última tarde. Casta hasta el final. Recibió aquel día el brindis de José Tomás. La figura del momento ponía a los pies del Maestro lo mejor de su toreo. Al año siguiente, su nieto Francisco Rivera Ordóñez brindó un toro a su memoria. No pudo contener las lágrimas.
La Real Maestranza de Ronda, propietaria el caso, decidió poner en manos del continuador de la dinastía tan preciado tesoro. Sabían los maestrantes que Francisco, hijo de Paquirri, nieto de Ordóñez, era el perfecto heredero, quién mejor podía entender, sentir y continuar el espíritu de la corrida Goyesca. Así, con el cambio de siglo, Rivera Ordóñez comenzó a ejercer como empresario de la Maestranza rondeña. De su abuelo aprendió a rematar bien los carteles, de él siguió el ejemplo de torearla cada año, y del Maestro y de su padre se aplicó la máxima de dar lo mejor en el ruedo. Había toreado la primera Goyesca en 1995, el año de su alternativa, pero la primera que organizó Rivera Ordóñez fue la del año 1999 que compartió cartel con Espartaco y José Tomás.
La feria Goyesca 2018 tendrá lugar del 31 de agosto hasta el 2 de septiembre.
Más informaciones y venta de entradas en: http://www.riveraordonez.com/tickets/