La hipertensión pudo reducirse eficazmente después de un ayuno promedio de 10 días, como mostró un estudio de 1610 pacientes en la Clínica Buchinger Wilhelmi de Überlingen. 690 personas de este grupo mostraron unos valores de tensión arterial elevados antes de ayunar. Entre ellos, 377 personas tomaron medicamentos antihipertensivos, cuya administración pudo ser detenida en la mayoría de los casos, o al menos reducida. Aun así, la tensión arterial se mantuvo dentro del rango establecido como normal y en algunos casos incluso reducirla. Dado que los medicamentos antihipertensivos suelen tener efectos secundarios considerables, el ayuno a largo plazo podría utilizarse como terapia complementaria para la hipertensión arterial. En el grupo de las 920 personas con tensión arterial normal, esta se redujo levemente dentro del rango normal, y los valores de tensión arterial baja mostraron una tendencia a aumentar.
Los resultados del estudio fueron publicados en el Journal of the American Heart Association en noviembre de 2020 bajo el título “Blood pressure changes in 1610 subjects with and without antihypertensive medication during long-term fasting” por los autores Franziska Grundler, Robin Mesnage, Andreas Michalsen y Françoise Wilhelmi de Toledo.
La hipertensión es un factor de riesgo importante y generalizado para enfermedades que ponen en peligro la vida, como el ataque cardíaco o el derrame cerebral, y se debe principalmente a un estilo de vida poco saludable. Entre los factores de riesgo se encuentran la obesidad, la malnutrición, la falta de ejercicio, el estrés, el exceso de sal, el consumo de azúcar y alcohol y el tabaquismo. Según las sociedades profesionales europeas, el valor límite por encima del cual se habla de hipertensión es de 140/90 mmHg.
El estudio demuestra que el ayuno prolongado, según el programa de Buchinger Wilhelmi, tiene un efecto beneficioso sobre la tensión arterial. Los valores elevados de la tensión sanguínea disminuyeron, tanto en los pacientes que se encontraron bajo terapia medical como en los que no estuvieron medicalizados. Cuanto más tiempo duraba el ayuno, más impactante fue el efecto.
Los efectos positivos del ayuno sobre la tensión arterial pueden explicarse por la reducción de peso, la disminución de la circunferencia abdominal y la interrupción de la ingesta de sal, alcohol y carbohidratos y, si se daba el caso, del tabaco. El ayuno desencadena mecanismos que actúan de manera similar a los medicamentos antihipertensivos: promueve la excreción de sodio, activa el sistema nervioso parasimpático y provoca la vasodilatación. La mejora de los valores de la presión sanguínea continuó durante cuatro días después del final del ayuno.
En un examen más detenido, se comprobó que el ayuno prolongado reduce efectivamente la tensión arterial, en particular en los casos de peso corporal elevado, trastornos del metabolismo de los lípidos y la glucosa y con el aumento de la edad.
Aquí puedes ver el video explicativo, más info en: https://www.buchinger-wilhelmi.com/es/