El hotel El Castillo, del grupo hotelero La Ciudadela Marbella, abre sus puertas convirtiéndose en el primer alojamiento que consigue la categoría de 4 estrellas dentro del casco histórico de la ciudad.
El tercer hotel de La Ciudadela Marbella consolida con su apertura, y su certificación, la apuesta de Miguel Cerván, CEO del grupo, por recuperar un turismo de calidad en el casco antiguo de la ciudad, ofreciendo alternativas de alojamiento, ocio y gastronomía capaces de atraer a un turista que busque algo más que fiestas y excesos: “Lo especial del centro de Marbella, es que no necesita que intentemos recrear un pueblo andaluz. Aquí tenemos todo el encanto, la cultura y, por supuesto, los vecinos, de una de las ciudades más bonitas de la Costa del Sol, sin artificios. Lo único que hacía falta era una propuesta hotelera de calidad, capaz de atraer a quienes quieren conocer nuestra ciudad, nuestra historia, nuestra verdadera identidad, más allá de la imagen que se ha dado de Marbella en los últimos años”.
Ubicado en un emplazamiento privilegiado, dentro de las antiguas murallas de la ciudad – concretamente en la plaza de San Bernabé- el espectacular edificio que alberga el hotel El Castillo es, al igual que la zona en la que se ubica, Bien de Interés Cultural (BIC), por lo que, quienes se alojen, estarán haciéndolo en un monumento de la localidad.
De fachada blanca, coronada por merlones que rematan en punta de diamante, el hotel El Castillo consta de 13 habitaciones, un restaurante -AFuego-, un lobby bar, y un sorprendente Rooftop -Café Privé- que está destinado a convertirse en el “place to be” de la temporada estival en la ciudad.
Sorprendente desde el momento en que se cruza la puerta
Diseñado en su totalidad por Miguel Cerván, (al igual que hizo previamente con los hoteles Maison Ardois y Santo Cristo), el hotel El Castillo sorprenderá a turistas y visitantes desde el mismo momento en que crucen la puerta. Su amplio lobby en dos alturas (perfectamente accesible) atrapará la atención gracias a elementos icónicos como las elegantes lámparas, una pared con relojes de la firma qlocktwo que dan la hora en varios idiomas, o unas impresionantes figuras humanas que escalan por el patio interior, guiando la mirada hacia el techo acristalado que deja pasar la luz natural.
Elementos modernos y sorprendentes que contrastan con dos impresionantes ánforas de barro que se han recuperado en el proceso de restauración del edificio y que están datadas en el siglo XIV, momento en el que se estima que el ahora hotel formó parte del lagar del castillo. Estas ánforas conservan a día de hoy anagramas realizados por los alfareros de la época, y que indicaban que se trataba de recipientes especiales.
En cada una de las 13 habitaciones que conforman El Castillo, Cerván ha dejado su impronta. Decoradas con mimo y, sin dejar ningún detalle al azar, con el fin de conseguir crear un ambiente acogedor y con personalidad propia que, al igual que el edificio en sí, combinen el presente y el pasado de la ciudad.
Un espectacular cabecero en madera impresa con imágenes antiguas de la ciudad se convierte en el principal foco de atención. El mobiliario, en tonos madera, los colores de la ropa de cama (de algodón egipcio de 500 hilos), o el armario, también en madera, abierto, como si se tratase de un showroom de alta costura, aportan un toque de lujo discreto.
En el baño, además de elementos de primera calidad, tanto en grifería, como en mobiliario -con piezas hechas a medida-, destacan las amenities de Loewe o Guerlain, así como una plancha de pelo y secador GHD, serigrafiados con el nombre de La Ciudadela Marbella.
AFuego, el poder de las brasas
Como cada uno de los hoteles que forman parte de La Ciudadela Marbella, El Castillo cuenta con su propio restaurante que, al igual que sus predecesores, busca ofrecer una propuesta gastronómica distinta y de calidad en el casco histórico Marbellí.
En AFuego, se ha dotado del máximo valor a una materia prima de calidad, apostando por el producto fresco, de temporada y local. Desde las lechugas hidropónicas, colocadas en un precioso huerto vegetal en el mismo restaurante, que llegan vivas al plato, hasta una selección de las mejores carnes y los mejores pescados que se elaboran a la brasa, manteniendo intactas sus cualidades, y potenciando su sabor con la fuerza del fuego.
AFuego, además de ofrecer una experiencia gastronómica de primer nivel, apuesta por crear un ambiente acogedor, en el que el comensal pueda disfrutar en una atmósfera relajada, con una cuidada decoración, en la que los materiales nobles y los tonos cálidos, se ven salpicados con originales estampados de Morris, y detalles que demuestran el mimo y la atención puesta.
Su bodega, como es habitual en los restaurantes del grupo La Ciudadela Marbella, ofrece una variedad de caldos cuidadosamente elegidos. Esta carta de vinos, una de las mejores de la ciudad, es la encargada de poner el broche de oro a esta experiencia gastronómica.
El rooftop, la joya de El Castillo
Las sorpresas en El Castillo no terminan hasta que se visita su Rooftop. Un espacio en el que Miguel Cerván ha querido fusionar Saint Tropez, Grecia y, por supuesto, Marbella y la provincia de Málaga. Una terraza que, desde ya, se ha convertido en el “place to be” de la ciudad.
Siendo uno de los puntos más altos del casco antiguo, desde este punto se puede apreciar una vista panorámica 360º de la ciudad, la Sierra Blanca y el Mar Mediterráneo.
El original bar, elaborado en madera o su colorido mobiliario, son elementos claves para crear un ambiente desenfadado en el que poder disfrutar, en cualquier momento del día, de un café, un cóctel o una selección de platos diseñados especialmente para disfrutar en este espacio.
Un impresionante mirador ocupa el centro de la terraza, y sorprenderá a los visitantes por sus espectaculares vistas del patio interior del hotel, gracias a su superficie acristalada.
Una segunda planta de este Rooftop está disponible también para aquellos que quieran disfrutar de un espacio exclusivo. Un jacuzzi, tumbonas y sofás cubiertos, permitirán a quienes lo deseen, tener una privacidad extra sin renunciar a poder vivir el ambiente de la terraza.