¡La pequeña … gran empresa italiana de torrefacto, muy apreciada por los amantes del café de calidad, finalmente ha aterrizado en España!
Como se suele a hacer en estos casos, la compañía sondeó primero la tierra ibérica y luego se lanzó con gran dedicación a la nueva aventura empresarial. Según lo atestiguan las palabras de entusiasmo del CEO, Mario Pascucci: “sí, es cierto, nos hemos movido con las maniobras habituales, hemos observado el mercado, nos hemos acercado a él para tomar la confianza necesaria, para finalmente darnos cuenta de que teníamos que hacerlo, sobre todo en España. Con toda honestidad, como buenos italianos, estamos convencidos de que no haya ni un solo compatriota que no esté enamorado de Andalucía y de España en general así que nos sumamos a ellos”.
La historia de Caffè Pascucci es fascinante y toma forma en el período del inmediato posguerra, cuando Alberto Pascucci, el padre de Mario, optó por dedicarse a la producción de café, abandonando progresivamente el comercio de alimentos, una actividad que había caracterizado a la familia hasta ese momento. De su padre (que todavía está trabajando, siempre presente en la sede y puntual para transmitir su experiencia a los empleados con la misma energía que en los mejores días), Mario hereda el genio visionario y la pasión ilimitada por el mundo del café, especialmente si es de excelente calidad.
A partir de la década de 1990, Caffè Pascucci cruzó las fronteras nacionales y, una tras otra, se convirtió en una de las marcas de restaurantes italianos más difundidas en el extranjero (la cafetería número 500 se inauguró solo en Corea del Sur).
Pionero del café orgánico italiano, la fuerza de Pascucci reside en la calidad reconocida de las mezclas y en el amplio surtido de la oferta, capaz de satisfacer cualquier paladar y estudiado para los sistemas de extracción más comunes: entre los granos de café, el café molido para moka, café expreso y café de filtro, productos solubles, cerveza fría y vainas, no hay ninguna propuesta que no haya sido apreciada por los consumidores.
Por nuestra parte, solo tenemos que dar una buena suerte a estos obispos de buen gusto, esperando a consumir un excelente café con sabor italiano pero con traje español.