Hoy en día, existen a disposición de los consumidores numerosos productos adaptados para personas que presentan algún tipo de intolerancia a la lactosa. Cada vez es más habitual ver en las estanterías de los supermercados leche y sus derivados (yogures, cremas de cacao, quesos, etc.) que han sido debidamente tratados para convertirlos en productos bajos o libres de lactosa.
Los intolerantes a la lactosa carecen de una enzima, la lactasa, que es la responsable en nuestro organismo de descomponer los azúcares que se encuentran de forma natural en la leche de vaca y algunos de sus derivados, como el queso.
Sin embargo, existen quesos, como el Parmigiano Reggiano, que de forma totalmente natural y ajena a cualquier proceso industrial, están libres de lactosa, siendo perfectamente aptos para las personas intolerantes. Pero, ¿cómo consigue este lácteo librarse de la lactosa? Existen condiciones microbiológicas naturales para las cuales la lactosa está ausente en el Parmigiano Reggiano desde los primeros días.
Un proceso 100% natural
El Parmigiano Reggiano es tan natural que para su elaboración solo se utilizan tres ingredientes: leche cruda, cuajo y sal. Se necesitan 13 litros de leche para producir tan solo un kilo de queso, leche que se lleva a la quesería durante la tarde para que esta repose durante toda la noche, creando una capa de nata en la superficie.
Por la mañana, esta nata se elimina y la leche de la noche anterior se mezcla con leche recién ordeñada. La leche se calienta con suavidad y se le añade algo del suero fermentado del día anterior para, posteriormente, añadirle cuajo de ternera natural, que coagulará la leche. Gracias a este proceso las bacterias del queso deshacen y fermentan la lactosa, convirtiendo el resto del azúcar de la leche en ácido láctico, mucho más fácil de digerir.
Con todas las garantías
Periódicamente, el Consorcio de Parmigiano Reggiano analiza aleatoriamente diversas muestras para comprobar los niveles de lactosa en el queso. Las muestras se recogen durante los nueve meses que el queso se encuentra madurando, así como en los puntos de venta, es decir, en quesos de más de 12 meses de maduración.
En todas las muestras analizadas por el Consorcio, el valor de la lactosa siempre ha sido inferior al límite de detección del método (LOD = 0.01g / 100g) confirmando que el envejecimiento no influye en el contenido de lactosa presente en Parmigiano Reggiano.
En el origen, las vacas
A día de hoy (datos de 2018), existen 265.000 vacas de más de 24 meses de edad que producen casi dos millones de toneladas de leche (un 15,9% de la producción de leche de Italia) para la elaboración del Parmigiano Reggiano.
Estas vacas se alimentan fundamentalmente de forrajes locales (al menos un 50% tiene que haber sido producido en la misma granja en la que se produce la leche, y en un 75% debe proceder de la zona de influencia de queso) y también piensos vegetales a base de cereales como cebada, trigo y maíz provenientes de empresas acreditadas por el Consorcio del Parmigiano Reggiano.
Esta cuidada alimentación es muy estricta, y excluye materias primas muy comunes en la alimentación de este tipo de ganado, como los forrajes ensilados, para evitar que se trasmitan aromas o sabores anómalos a la leche y que puedan llegar a influir en el producto final. Una leche que será clave para la elaboración de este delicioso queso naturalmente libre de lactosa.
Además, el Parmigiano Reggiano presenta otras excepcionales cualidades intrínsecas: digestibilidad, elevado contenido de calcio presente en forma biodisponible, ausencia de aditivos y conservantes, fuente de minerales, deleite y agrado organoléptico. Por estas características, el Parmigiano Reggiano es un alimento fundamental en la dieta de todos, desde los niños hasta los ancianos, pasando por los deportistas que encuentran en el Parmigiano Reggiano un aporte de energía totalmente natural.